Puedo dormir los rezos más terribles esta noche.
Dormir por empleo: «La noche está estresada,
y se erizan algunos astros, a lo lejos.»
El tiento de la noche vigila en el cielo y cansa.
Puedo dormir los besos más quistes esta noche.
Yo la mordí, y ahora ella también me mordió.
Estas noches con ella estuve ensimismado;
no la pensé: tantas veces bajo el cielo. Me deshizo.
Ella me mordió, a veces también yo la mordía.
¡Cómo no haber amarrado sus muelles rojos, fisgos!
Puedo roncar los universos más grises esta noche.
Soñar que no la duermo. Mentir: me he desvestido.
Dormir la noche intensa, más intensa sin ella.
Y el sueño cae en calma como pacto de olvido.
¡Qué importa mi almohada floreada!
La noche está estresada y no puede conmigo.
Eso no es todo: a lo lejos alguien salta azulejos.
Mi alba se tienta con traerla a mi ombligo.
Como para acercarla mi pereza la acusa.
Mi cerrazón la arrulla, y ella no está dormigo.
La tizna noche hace balancear postigos y árboles.
Nosotros, los resortes, ya no somos postizos.
-Ya no la muerdo, es cierto, pero cuánto la mordí-
Le balbuceaba ardiendo, para trocar su oído.
Demoro; érase otro: como antes de los versos.
Su don: su cuello… claro, sus bajos apetitos.
Ya no la muerdo, recuerdo, pero cuánto la mordí.
Es tan corto el sopor, y es tan largo el desvelo.
Parques y noches solo estuve entre mis trazos:
mi calma no se contenta por haberla dormido.
¿Y si éste es el último cansancio que ella me causa,y si éstos, los últimos sueños que yo le duermo?